Es bastante usual que lo más atractivo, limpio y cuidado de un restaurante o cafetería sea el salón principal o donde se le despacha a los clientes.

Es lógico y hasta entendible que así se quiera brindar una buena primera impresión a los posibles comensales, y más en estos tiempos de pandemia donde se impone la higiene y otras normativas  a fin de evitar la propagación  de cualquier agente patógeno.

Sin embargo, lo más importante en una instalación gastronómica, es precisamente lo que no está a la vista, lo que transcurre en el área donde se elaboran los alimentos.

Por ejemplo el Complejo Gastronómico y Comercial de Cayamo, municipio de Caimanera, es muestra fehaciente de lo expuesto anteriormente, y estoy seguro que no pocas  personas alguna vez, hemos decidido comprar o no consumir, no sólo por la apariencia de quien está detrás del mostrador, o por las condiciones y limpieza que se aprecia en el local.

Pero como ya dijimos no siempre todo salta a la vista e incluso, tampoco todas las infracciones o riesgos en que se puede incurrir en el momento de manipular y elaborar alimentos, resultan reconocibles por quienes lo consumen desprevenidos o sencillamente despreocupados frente a este tipo de servicio.   

Lo cierto es que deben realizarse más controles periódicos de las autoridades sanitarias sobre tales  establecimientos y sus trabajadores, con independencia de su forma de gestión estatal o no, o cooperativa, sobre todo en esa parte que no se ve, pero que decide en la higiene y la salud, como lo es todo lo que  funciona desde el mostrador o salón hacia el interior de la instalación comercial o gastronómica.

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