Septiembre es un mes de transiciones, un puente entre el calor del verano y la frescura del otoño. Para muchos, marca el regreso a la rutina, el fin de las vacaciones y el inicio de un nuevo ciclo escolar. Así transcurrió en Caimanera, al igual que en toda Cuba este lunes, cuando las calles se llenaron de risas infantiles, de padres apresurados y de mochilas nuevas que brillan bajo los primeros rayos de sol del mes.
Las escuelas, que durante julio y agosto permanecieron en silencio, cobraron vida nuevamente. Las puertas de par en par, y el bullicio de los estudiantes por los pasillos. Este año, como en muchos otros, el regreso a las aulas no solo significa retomar las clases, sino también reencontrarse con amigos, profesores y un entorno familiar que ha estado ausente durante semanas.



En el patio de la escuela José Tey, en el asentamiento de Hatibonico, un grupo de niños se abraza con alegría tras meses sin verse. “¡Te extrañé mucho!”, exclama una pequeña mientras corre hacia su mejor amiga. Las risas y los juegos llenan el aire mientras los padres observan desde la distancia, sintiendo una mezcla de nostalgia y felicidad al ver a sus hijos reencontrarse.
Sin embargo, este septiembre trae consigo una serie de desafíos, en el caso de esta primaria acoge la enseñanza secundaria, un sueño anhelado pro muchos años de las familia en la también llamada comunidad de Los Monitongos. Los docentes, conscientes de esta realidad, se preparan para abordar las necesidades emocionales y académicas de sus alumnos.
La directora de la escuela Yaima Díaz Áreas, comentó a Radio Bahía las medidas implementadas para este curso 2025-2026: “Hemos diseñado un plan que no solo se centra en el contenido académico, sino también en el bienestar emocional de nuestros estudiantes. Sabemos que muchos han vivido momentos difíciles, y queremos asegurarnos de que se sientan apoyados”.
Aulas decoradas con carteles que fomentan la inclusión y la empatía, recordando a todos la importancia de cuidar no solo del aprendizaje, sino también de las relaciones interpersonales. En este sentido, los reencuentros no son solo físicos; son también emocionales. Los estudiantes deben readaptarse a un entorno social que ha cambiado, donde el respeto por el espacio personal y la salud son ahora prioridades.
A medida que avance el mes, las aulas se llenarán de proyectos, exposiciones y actividades extracurriculares. Los estudiantes descubrirán nuevos intereses y habilidades mientras forjarán amistades que perdurarán más allá del aula, por ello es que cada curso, el regreso a las aulas se convierte en un símbolo de resiliencia y esperanza.



En este septiembre lleno de reencuentros y nuevos comienzos, la comunidad educativa se une para enfrentar los desafíos del presente y construir un futuro prometedor. La risa de los niños, los abrazos entre amigos y el bullicio en los pasillos son recordatorios constantes de que, aunque el camino algunos lo vean como incierto, juntos pueden superar cualquier obstáculo.
Así, septiembre se convierte en un mes no solo de regreso a las aulas, sino también de nuevas oportunidades para aprender, crecer y volver a conectar con lo que realmente importa: la comunidad.