La historia de los habitantes de Caimanera es un llamado a la solidaridad y al compromiso con los derechos humanos, por ello cada diez de diciembre la fecha se vuelve nostálgica porque nos recuerda que en mil 903 Estados Unidos establece la ilegal base naval en Guantánamo, pero a la vez nos recuerda que esta fecha desde mil 948 se estable por las naciones unida como el día internacional de los derechos humanos, de ahí que nunca cejaremos ante el reclamo de esa una porción del territorio cubano, a la cual el pueblo jamás renunciará, no solo por una cuestión de derechos, sino también de dignidad.
La celebración del Día internacional de los Derechos Humanos para los caimanerenses se entrelaza con la lucha histórica de reclamo a la devolución del territorio usurpado por Estados Unidos, un hecho que no solo afecta nuestra identidad cultural, sino que también pone en entredicho sus derechos fundamentales como habitantes de esta región.
“La base naval no toca mus de cerca, desde el punto de vista que viola los derechos de los caimanerenses, estableciendo una frontera en un territorio que es de los cubanos”. Así manifestó a Radio Bahía el joven Elide Matos.
Pos más de 120 años, este es un reclamo por la soberanía territorial un grito en cual por generaciones hemos sido testigos de cómo esos 117,6 kilómetros cuadrados han sido objeto de intereses externos, especialmente por parte de Estados Unidos, que ha ejercido su influencia en la región.
“Limita que los caimanerenses reconozcan a plenitud su entorno, por una cuestión de seguridad, limita la socialización de los lugareños, pero al final es el impacto que eso tiene en el orden psicológico, a partir de que perturba la vida cotidiana, el desenvolvimiento de los habitantes del marino poblado”, expresó muy indignado el profesor y filósofo del Centro Universitario Municipal, Guillermo Paumier Labacena.
Este despojo no solo implica la pérdida de tierras, sino también la erosión de nuestra cultura e identidad y al respecto, La máster en desarrollo sociocultural, Ofelia García García Campusano expresa: “nos impide explotar los recursos privilegiados que nos brinda la naturaleza y la buena voluntad de los que aquí vivimos, condenados a vivir en las cercanía de una zona militar que nos aleja de sus elementos de identidad más profundos, del uso de los cayos y de la bahía en actividades diversas y cotidianas, como la economía, el intercambio, la educación, el turismo y la recreación sana”.
El derecho a la tierra es fundamental para el desarrollo y bienestar de cualquier comunidad. En el caso de los caimanerenses, los guantanameros, los cubanos, este derecho lo vulnera Estados Unidos con la ocupación y el uso indebido de nuestro suelo y sus recursos naturales.
La licenciada de Geografía, Osmaida Naranjo al respecto acota: “La ocupación ilegal tiene un impacto negativo sobre el medio ambiente natural, no nos permite disfrutar de la totalidad de la Bahía de Guantánamo, con 20kilómetros de largo, nueve de ancho, con 86,5 kilómetros cuadrados y sus 20 metros aproximados de profundidad”.
Sentimientos que también reafirma el pescador local Osvaldo Rojo cuando manifiesta: “porque la bahía tiene muchas zonas donde nosotros no hemos explotados y son ricas en especies como el tiburón, la mojarra, la sierra, la picúa, sino tuviéramos limitadas la zona de pesca, sería una bendición para Caimanera y la economía del país. Además los trabajadores salen mejor en el salario y la población come un poco más”
Pese a los reclamos de los caimanerenses y a los ocho Seminarios de Paz y por la Abolición de Bases Militares y Extranjeras la respuesta ha sido nula. La falta de reconocimiento de sus derechos territoriales perpetúa más de un siglo de injusticia que afecta no solo a las generaciones actuales, sino también a las futuras.
“Tengo la certeza de que un día ellos tendrá que retirarse de ahí y en vez de la bandera norteamericana, será la de la estrella solitaria la que ondeo, como debió ser desde hace mucho tiempo, en nuestro suelo patrio”, así también manifiesta Joaquín Toirac Adames historiador de la localidad.
Pese a estas adversidades los caimanerenses no se rinden y aún cuando no hay respuesta positiva tenemos bien claro que la soberanía territorial es una cuestión de dignidad y justicia.
