Los sucesos de 26 de julio de 1953 estremecieron la conciencia de los cubanos, momento en que la tiranía de Fulgencio Batista agudizó por medio de todos los efectivos que disponía para perseguir a los revolucionarios que participaron en las acciones de los Cuarteles Guillermón Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo.
Joaquín Toirac Adames, historiador del municipio de Caimanera, subrayó que ese día el dictador ordenó que por cada soldado caído había que matar a 10 revolucionarios, y a partir de esa fecha para Batista y sus secuaces no hubo momentos de calma, por lo que quedó más remedio que apelar al apoyo del Gobierno de los Estados Unidos, el cual envió 22 aviones B-26 para un mayor control de la situación en el país. 

Ir a descargar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *