A Caimanera lo vi venir en varias ocasiones, sí a Caimanera, municipio guantanamero que también sufrió la furia de la naturaleza, y que encontró en Yoel Pérez García, presidente del Consejo de Defensa Provincial, un líder cuya determinación y compromiso brillan incluso en los momentos más oscuros. Ante la inminente llegada del huracán Melissa, su labor humanista se erigió como un faro de esperanza para los habitantes de esta comunidad, quienes lo vimos ir y venir en incontables veces para palpar las acciones de protección.

La tarde previa a la tormenta, mientras las nubes oscurecían el cielo y las lluvias comenzaban a azotar, Pérez García no se detuvo. A pesar del deterioro del estado del tiempo, el presidente del Consejo de Defensa Provincial recorrió las calles, y asentamientos del municipio. Su objetivo era claro: cerciorarse de que cada acción y cada preparación estuvieran en marcha para proteger a la población.

“Es nuestra responsabilidad estar al frente, no solo en los momentos de calma, sino también en las adversidades”, comentó Pérez García en uno de los intercambios con los integrantes del Consejo de Defensa Municipal.

Ahora lo entiendo, no había tiempo para el cansancio ni para el miedo; su compromiso era con la vida y la seguridad de los guantanameros.

Tras el paso del huracán, cuando muchos se habrían quedado en casa recuperándose del impacto emocional y físico de la tormenta, el Presidente del Consejo de Defensa Provincial se mostró cada vez más enérgico.

Con voz, firme y decidida, recorrió aquella tarde de domingo para intercambiar con el pueblo sobre las labores de recuperación del servicio eléctrico, así como el abasto de agua y la atención a las personas en condiciones del vulnerabilidad.

Las horas se convertían en días, pero su dedicación nunca flaqueó, Yoel Pérez García personificaba el espíritu humanista que se necesita en tiempos de crisis. En su mirada se reflejaba la determinación de un líder que sabe que su labor va más allá de la gestión política y administrativa; porque representa la solidaridad y al amor por su gente, y lleva la certeza de que el verdadero liderazgo se mide no solo por las decisiones que se toman en las oficinas, sino por el impacto tangible que se tiene en la vida de las personas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *